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LOS ROLES CAMBIANTES DE LOS PADRES

Los estudios sobre el cerebro revelan tal complejidad de las dinámicas humanas, que es
cuestionable que podamos tener predicciones exactas acerca de cómo funciona el cerebro del
niño. Las etapas que funcionan para un niño pueden no funcionar para otro. Pueden haber
generalidades que ayuden en el desarrollo del cerebro, pero se podría cuestionar si serían de
ayuda o si producirían incertidumbre.

Aún así, dentro de nosotros tenemos que tener claras nuestras intenciones y nuestro deseo de
relacionarnos con el niño. Por lo tanto, los estudios sobre el cerebro parecieran indicar un cambio
en nuestro enfoque, que va desde la búsqueda de claridad en relación con el desarrollo del niño,
hasta enfocar en proveer al padre de claridad y estabilidad sobre cómo relacionarse con el niño
en cualquier periodo de la vida de éste.

Para proveer guía y claridad para los padres, les pedimos que enfoquen en las 8 habilidades
acerca de cómo cuidar un niño. Las 8 son básicas y están siempre presentes, aunque algunas son
de importancia primaria según la edad del niño con el que nos relacionemos.
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¿Cuántos cambios de rol se necesitan para ser padres?

Al nacer el niño, los padres asumen un rol para el que no tienen experiencia. Recibimos el niño
con todo el amor del mundo, llenos de expectativas y probablemente pensando
inconscientemente que tener un niño es una cosa normal y seguramente que vamos a hacerlo
mejor de como nuestros padres lo hicieron.

En realidad no hay un rol de padres, hay varios. No es sólo una cuestión de roles en lo que estamos
involucrados, sino en una cuestión de habilidades que nunca hemos tenido que practicar
concientemente, para que puedan convertirse en técnicas en las que nos sintamos cómodos
actuando; si tomas un trabajo de limpieza, te preguntan, por ejemplo, si sabes utilizar la aspiradora
industrial. Nos involucramos en la tarea de ser padres, tomando información de algunos libros
sobre qué hacer cuando un niño nace y de la experiencia que vimos a nuestro alrededor.

Aunque mucho se ha escrito sobre lo que los padres necesitan, hay 8 habilidades, que vamos a
necesitar continuamente o que cambian a través de los años a medida que el hijo se desarrolla.
Estas son: nutrir, proteger, ayudar, relacionarse, negociar, ser observador paciente, ser amigo
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y tener sentido del humor. Idealmente tendríamos un programa de entrenamiento para
equiparnos con estas habilidades, en lugar de practicar con nuestros hijos, que es lo que
usualmente hacemos con el primero que llega. Es posible que necesitemos de estas habilidades
en cualquiera de las etapas de la vida de nuestro hijo o hija. Es importante reconocer que siempre
hay que tenerlas a disposición, sin embargo, tenemos que identificar las destrezas que son más
importantes en determinadas edades.

Los roles, el cómo actuar de los padres, puede cambiar según la edad de los niños, por las
preferencias cerebrales o según el desarrollo de cada niño.

El rol de Protector y Nutridor: Desde la concepción hasta los 5 años, los niños requieren que los
padres asuman los roles de protector y nutridor. Esto es especialmente importante durante los
primeros años, cuando los niños están indefensos y abiertos al comportamiento de los padres.
En esta primera etapa de la vida, los niños necesitan amor tanto como necesitan la leche y este
amor los hace dependientes de los padres o de quien haga sus veces. Hablar de que el amor es
equivalente a la leche no es una metáfora; es producto de investigaciones. Si no hay afecto-amor
de alguna persona grande en el papel de padre-madre, se reduce la inteligencia del niño y se
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perjudica su salud. Esta necesidad de amor del cerebro límbico, hace que el niño se pegue a los
padres imitándolos, o siendo recipiente de todo lo que los padres hacen. La manera como los
padres manejan las emociones se graba en los niños durante esta primera etapa, desde que nacen
hasta la adolescencia.

Los padres necesitan tener estas habilidades muy claras, lo
que significa que no pueden dejar que otros deseos o
situaciones, tales como la manera como el niño se comporta
en público, interfieran con este rol primario de nutridor y
protector. Puedes superar una característica que no te guste
de tu hijo, como su hiper-actividad, protegiéndolo siempre,
ya que al considerar este exceso de acción una preferencia
cerebral por el cerebro del comportamiento, podrás reconocer
la preferencia cerebral con la cual nació y le permitirás desarrollar
gradualmente las otras capacidades cerebrales. El padre o la
madre tienen que tener la capacidad de llevar este rol claramente,
a pesar de las presiones que puedan venir del entorno, como por
ejemplo de la escuela o de los especialistas.
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Proteger y nutrir antes de cualquier otra característica propuesta por los demás, sean educadores
o psicólogos, porque es tu capacidad de nutrir, de dar cariño a toda costa la que ayudará al
desarrollo más armonioso de tu hijo. Desde que nacen hasta los 10-11 años, los niños reciben las
huellas de los padres, huellas que forman en ellos los patrones de comportamiento, los patrones
de aprendizaje y los patrones emocionales.

El rol de Ayudador – De los 6 hasta los 11 años le añadimos algo al rol de los padres, ya que se
convierte fundamentalmente en ser ayudador. El niño entra un medio ambiente desconocido
llamado la escuela. Aunque puede que ellos ya hayan estado en alguna escuela maternal o
pre-kinder, en esta entrada a la escuela primaria es donde comienza el juicio y en donde el niño
establece una relación de competencia con los demás. La labor de los padres es ayudar al niño a
sentirse a gusto en este nuevo ambiente y lograr un nivel de autoestima que acompañe al niño
para toda su vida. Para ponerlo en pocas palabras, ser el ayudador significa estar siempre del lado
del hijo, defenderlo, sin importar de qué y estar de su lado aún en contra del papel del maestro o
de la escuela si llegara a ser necesario.

Como padre o madre necesitamos darnos cuenta de todas las presiones que tenemos sobre
nosotros. Estamos continuamente bombardeados por lo que el otro piensa que debes hacer y
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que tu hijo debe hacer, presión que viene de tu pareja, del maestro, del doctor, los abuelos, los
vecinos y ciertamente de los amigos. Presión que también viene de tu propio pasado, de tu
memoria emocional de largo plazo y de tu memoria
motora en forma de reacciones automáticas. El pasado
todavía está presente en ti con presiones de tus padres,
de tu cultura, tu religión y de tu propia educación.
Necesitas darte cuenta de quién o qué está dictando tus
acciones, en donde están las presiones o los “debería” y
tener la capacidad de tener clara tu energía y la del niño,
re-afirmando y asumiendo la responsabilidad de la
relación en vez de someter esa relación al medioambiente.


El rol de Negociador y Relacionarse: Desde los 12 hasta los 18-20 años, cuando el cerebro límbico
se abre, afloran las características propias de un hombre o una mujer en desarrollo. En esta etapa
llamada la adolescencia, se abre la glándula pituitaria relacionada con el hipotálamo, mostrando
las señales físicas de pecho y vellosidad. Pero dentro del cerebro límbico hay un cambio, o mejor
dicho una explosión química diferente, que hace que los muchachos mismos se sientan diferentes
internamente. El niño cambia y busca a sus amigos más que a su familia, rompiendo parámetros
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familiares que hasta ese momento
habían funcionado muy bien.

Buscan su propia tribu, divirtiéndose
después de salir de la escuela, hablando
por teléfono horas interminables,
ausentándose de la casa, usando ropa
parecida a las bandas con quienes
empiezan a relacionarse, todos ellos
esfuerzos para tratar de manejar los
enormes cambios internos que están teniendo lugar dentro de su propio cerebro y de su propio
cuerpo. En donde se sienten bien es en “sexo y confusión” cómo lo hacen algunos. Ya no podemos
contar con aquel niño que ayudábamos y protegíamos con resultados más o menos estables. Por
supuesto la auto estima de cualquier padre o madre sufre bajo estos impactos de rechazo, de
búsquedas afuera y frecuentemente, si no siempre, los padres no solamente no están listos para
estos cambios, sino aún peor, siguen tratando de hacer funcionar aquella inteligencia emocional
que sirvió tan bien durante 10-11 años.
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Esta etapa de cambio dentro del cerebro límbico de los muchachos o muchachas es necesario y
haría una gran diferencia desde nuestro punto de vista, si la inteligencia emocional de los padres
cambiara también.

Los padres podemos estar alertas ante estos cambios,
saber de estas luchas internas y si estás consciente de
que tu hijo también vivirá estas luchas internas, te
verás en la necesidad de cambiar, de ser la persona
que establece los parámetros, de ser ese alguien que
puede más o menos asegurar el control de la familia,
a un nuevo papel que conlleve la capacidad de
negociar y relacionarse. El rol de los padres cambiaría
entonces de nutridor y protector más o menos
jerárquico, incluso del rol de ayudar, a un rol más

Parece haber sido creada para esta edad. Para ellos los puntos cardinales ya no están en el mismo lugar
relacional. En estos años turbulentos, eso significa seguir de cerca el desarrollo del hijo o hija y por
encima de todo, ser capaz de establecer parámetros junto con él/ella. Los parámetros que son
“impuestos” ya no van a funcionar, debido a que en el cerebro límbico se está desarrollando el poder
para rebelarse.
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Repetimos, hay una gran necesidad de reducir y aclarar parámetros de funcionamiento, junto con
la necesidad de flexibilizar el cumplimiento de esos parámetros y al mismo tiempo brindarles
ayuda para aprender lo que son los parámetros. Se necesita la capacidad de negociar, que incluye
escuchar activamente, y más que nada la inteligencia emocional de no “matar” al hijo-hija durante
esta etapa. Necesitamos la maestría de manejar nuestra rabia y nestra tristeza, tanto como la
capacidad de manejar las tres caras del amor: el aprecio, el afecto y el acompañar. Es decir, cuando
no se siente afecto, este sentir cálido y grato, hay que ser capaz de enfocar estrechamente en lo
que aprecias de él o ella y seguir acompañándolos durante esta etapa de adolescencia.
¿Cuán difícil es? La verdad es que creemos que estos años a través de los cuales pasan los padres,
se podrían llamar “el camino hacia la santidad.”

El rol de Observador Paciente: De los 18 a los 30 años, el niño se ha convertido en adulto. Sin
importar cuanto nos preocupemos o los critiquemos o nos lamentemos de que ellos han debido
crecer de una forma diferente, nuestro comportamiento está limitado a ser un observador
paciente, ofreciendo ayuda y consejo cuando nos lo piden.

Este rol funciona desde que los hijos forman una familia hasta que alcanzan una edad mayor. Con
los hijos viviendo aparte y formando ellos su propia familia, la relación emocional cambia por
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tercera vez. El factor distancia reduce el feedback emocional que sucede cuando estamos juntos.
No se puede contar con el lenguaje corporal ni con los gestos físicos de afecto tan importantes
para el manejo apropiado de las emociones. Estas se reducen a las palabras de afecto y a un
aprender a leer el tono de voz.

El rol de Amigo - Desde los 30 y por el resto de la vida, estamos presentes en el rol de amigo,
ayudando cuando nos lo piden y sin caer en la trampa de lo que debería o no ser. Como amigos,
nos enfocamos en lo que más disfrutamos o apreciamos de estas vidas que hemos ayudado a
traer al mundo. El rol cambia para ser uno de amistad que parece más fácil y claro, pero cuidado,
porque ni la comunicación afectuosa ni la oferta de ayuda en esta etapa son tan fáciles. Se corre
el riesgo de alterar la relación de pareja de nuestros hijos/hijas, con sugerencias o ayuda que
puede ser interpretada como falta de confianza. Hay que caminar esta etapa cuidadosamente
o mejor dicho muy respetuosamente. Caer en el pensamiento crítico puede hacer que los hijos
se alejen o si aceptan nuestro consejo podemos incluso debilitarlos. Por supuesto aquí se ve
claramente el valor y la importancia de la independencia. Emocionalmente, lo que necesitamos
en esta etapa es la capacidad de ser un amigo, con mucho pensamiento apreciativo, poca
intervención y con la capacidad emocional de sostenernos a nosotros mismos dada la distancia
física. Como padres en esta etapa necesitamos saber recibir, seguir siendo amigos y saber seguir
amando.
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Se puede argumentar que estos roles están siempre presentes: el nutridor, el protector, el que
defiende, el que se relaciona, el que negocia, el que ayuda y el amigo y por supuesto siempre con
sentido del humor. Y no vamos a discutir que la vida, que es tan cambiante, nos puede llamar
para alguno de estos roles sin anunciarlo o sin identificarlos por edades. Nuestro interés no está
en acertar el rol por edad: lo que queremos es enfatizar en los roles de ser padre o madre. Una
profesión de múltiples esplendores que tiene que ver con el amor por la vida, en cada uno de los
roles.

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