Vivir en la tierra
y hacer de esta
un lugar sagrado,
no es fácil.
Vernos a nosotros mismos como creación,
hacer que nuestra propia vida sea sagrada,
no es fácil.
Hemos tratado de venerar
a los más grandes, a los más amados, a Dios
esperando que diera resultado
y lo ha dado,
pero no ha sido suficiente.
Ha llegado el momento
de ver nuestras propias vidas
como sagradas.
Todas y cada una de las vidas
y aprender el arte de vivir esas ideas,
imágenes, sentimientos, valores y acciones
que harán que nuestras vidas sean sagradas.
Por sagrada quiero decir
ocuparnos de ella una y otra vez,
limpiarla,
reverenciarla,
aceptarla,
amarla,
luchar con ella,
comprenderla,
recibirla, y
brindar nuestra mayor calidez,
gozo y amor
a través de ella.